A pesar de la situación de crisis, los agricultores y agricultoras familiares y sus cooperativas siguen produciendo alimentos y asegurando el abastecimiento.
Es un sector estratégico y, por ello, la agricultura familiar debe contar con el merecido reconocimiento social y políticas públicas adecuadas.
Compra productos locales, compra productos de la agricultura familiar. Apoyemos a los que nos alimentan.
Desde el FRM nos gustaría, en primer lugar, extender nuestras condolencias a las familias que han perdido a un ser querido y enviar nuestra fuerza y solidaridad a todas las personas que siguen luchando contra el virus.
Quizás es momento también para comenzar a reflexionar sobre algunas prioridades. La inesperada crisis generada por el Covid-19 en todo el mundo seguramente cambiará nuestra forma de entender el trabajo, la salud, la solidaridad, el cambio climático, la globalización y, en definitiva, la vida. Seguramente la crisis pondrá en valor la importancia capital de cuidar nuestra salud y contar con un sistema de salud sólido y universal en cada uno de nuestros países. Seguramente, la crisis también nos llevará a valorar en mayor medida nuestra alimentación, y más en concreto, la necesidad de que nunca falten alimentos sanos y de calidad en nuestros mercados, tiendas y supermercados. Ojalá también entendamos, de una vez, que los alimentos existen, sobre todo, gracias al trabajo de 2.500 millones de agricultores y agricultoras familiares que trabajan cada día en condiciones desfavorables, con poco reconocimiento y políticas insuficientes. Ojalá entendamos que la agricultura familiar es un sector absolutamente estratégico para la supervivencia y desarrollo de cualquier país del mundo. Ojalá.
Según los datos de la FAO (Estado de la Agricultura y la Alimentación, 2014), existen en el mundo 570 millones de explotaciones agropecuarias de las que 500 millones son de Agricultura Familiar, es decir, tienen mano de obra y están gestionadas por una familia. 2.500 millones de personas se dedican a esta actividad, que proporciona el 80% de los alimentos del mundo en cuanto a su valor (Estado de la Agricultura y la Alimentación, 2014). Recuérdenlo cada vez que estén frente a la balda del mercado o del supermercado. Como se ha puesto de manifiesto con esta crisis, nuestra acción individual y colectiva, es la palanca del cambio; nuestras decisiones pueden y deben generar una mejora en el bienestar y futuro de los agricultores familiares, que, ya antes de la crisis generada por el coronavirus, estaban en una situación difícil que impedía, en muchas ocasiones, obtener una mínima rentabilidad en sus producciones.
La Agricultura Familiar es más que un modelo de economía agraria, ya que se considera la base de la producción sostenible de alimentos y un pilar para la gestión medioambiental del territorio, el cuidado de la biodiversidad de todo el mundo, y la generación de oportunidades en el medio rural.
La Asamblea General de Naciones Unidas, consciente de la importancia estratégica de la Agricultura Familiar, declaró el periodo 2019-2028 como el Decenio de la Agricultura Familiar, a través de la resolución A/RES/72/239. El Decenio busca mejorar la calidad de vida de los agricultores y agricultoras familiares en los cinco continentes, impulsando la implementación de políticas públicas y facilitando así la consecución de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y sus ODS. El impulso del cooperativismo y asociacionismo agrario también resultará fundamental para el desarrollo y fortalecimiento de la agricultura familiar en el futuro. Aprovechemos, valoremos, apoyemos y confiemos en el enorme potencial que la agricultura familiar para asegurar la alimentación y la sostenibilidad del planeta.
Agricultura Familiar: alimentar al mundo, cuidar el planeta